24 de noviembre de 2024 Donar
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VIDEOS: El apelante testimonio del primer Obispo coreano que sirve en Argentina

Mons. Han Lim Moon es el primer Obispo coreano que sirve en Argentina. Fue elegido para el servicio episcopal tras más de 30 años en el país sudamericano y desde hace un tiempo predica a Cristo en las redes, comenta, para encender los corazones con el "fuego del amor" del Señor.

Mons. Moon fue designado Obispo Auxiliar de San Martín, sufragánea de la Arquidiócesis de Buenos Aires, en febrero de 2014. Ahora los videos de sus homilías se publican los domingos a las 11:00 a.m. (hora de Lima, Quito y Bogotá) en la página de Facebook de ACI Prensa.

En un reciente video, el Prelado relata cómo fue su infancia, su juventud. Comparte también cómo fue dejar Corea del Sur para ir a Argentina con su familia.

El Obispo, segundo de tres hijos, recuerda que el lugar donde vivía "era campo, entonces tenía arrozales y escenas campestres". "En mi infancia paseaba allí y me gustaba criar perros –teníamos varios– después conejos, también patos, gallinas. Eran parte de mis amigos, además de los amigos del barrio".

"Mi familia era pobre pero digna y honesta. Mis padres, lamentablemente no se llevaban bien, a causa de lo económico", cuenta.

El sacerdocio

"Mi mamá me bautizó a los 4 años, yo ya era grandecito. Ella se convirtió en católica y después toda la familia hizo lo mismo".

Sobre su vocación, comparte que su madre le contaba que el día de su bautismo "le dije que quería ser sacerdote, pero eso yo no lo recuerdo".

Lo que el Obispo sí recuerda es que "a los 8 años ella me preguntaba si yo quería ser sacerdote y le dije que sí. A los 11 años se repitió la escena y me ofreció ingresar al seminario menor a los 12. También le dije que sí".

Siendo monaguillo, su madre siguió de cerca el cariño que expresaba por el sacerdocio, un camino que comenzó cuando ingresó al seminario menor de Seúl en 1967.

"Cuando entré al seminario pude salir de mi familia donde había mucho conflicto. El Señor de alguna manera me preservó de ese clima tenso", indica.

Después del seminario menor, pasó al mayor; y en el tercer año de estudios, en 1976, su familia decidió emigrar a Argentina. Ese viaje a los 21 años "significó para mí el descubrimiento de América Latina, una aventura total".

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Por su desconocimiento del español y ya en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA), "lo único que conseguía en las clases era dolor de cabeza. No podía entender. Sin embargo pude terminar el estudio".

"El Señor me ayudó mucho y me ordené como sacerdote a los 29 años" el 12 de octubre de 1984, un día como hoy hace 33 años.

De hecho, como relató poco tiempo después de su designación, por el idioma sus estudios se prolongaron mucho tiempo. "Algunos bromeaban y me decían que no tenía vocación de sacerdote, sino más bien de seminarista", por los 17 años de estudio que le tomó estar preparado para la ordenación.

Ya como sacerdote, fue enviado como vicario parroquial a un santuario dedicado a los enfermos y luego se ofreció para ser capellán del Hospital General de Agudos Dr. Teodoro Álvarez, donde estuvo 8 años sirviendo a los enfermos.

La crisis

Tiempo después fue enviado a una parroquia pequeña donde estuvo seis años y donde le tocó atravesar por una crisis "muy fuerte, una crisis de la mitad de la vida. Yo tenía un altibajo muy grande y el ánimo inseguro. Como dice el Evangelio, a modo de una caminata sobre las aguas".

"Lo que pude aprender en esa época fue mirar solo al Señor. Acudí a un director espiritual y cuando él me escuchó,  me dijo que yo era normal. Esta crisis me ayudó a hacer una segunda conversión y me ayudó en el sentido de entender que el hombre es débil y sin la gracia de Dios no puede ser fiel".

Mons. Moon relata que también aprendió a "ser más comprensivo y misericordioso con los demás, en su miseria y debilidad".

Luego de superar la crisis pidió un año sabático, un tiempo de descanso y oración en Roma que le fue concedido. "Ahí pude hacer una síntesis de mi vida", refirió.

Ser obispo y estar en las redes

El Papa Francisco nombró como Obispo Auxiliar de San Martín a Mons. Han Lim Moon el 6 de febrero de 2014.

Cuando se conoció la noticia, "la gente me decía 'lo felicito por el ascenso', y yo les decía 'no, es descenso', porque el Obispo no está para mandar sino para servir. Antes tenía una parroquia chiquita, ahora tengo que predicar a montones de gente y por eso estoy contento".

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La Diócesis de San Martín, relata el Prelado, tiene 40 parroquias y 80 capillas "y yo voy visitándolas". Al no poder mantener una amistad tan cercana con los fieles como la que tenía cuando era párroco, el Obispo experimentó "una desilusión" porque "no era feliz".

Por eso, relató, se dirigió a Dios para saber qué hacer y el Señor "me dio la idea de predicar a través de los medios de comunicación, de las redes".

En este nuevo espacio digital, comparte el Prelado, "soy feliz predicando a Cristo". "Cuando hablo de Cristo el Señor me da más fuego a mi corazón, cuando enciendo el fuego del amor a otra persona y veo que otra persona cambia, cambia su rostro y su vida, eso me hace feliz. Y esta felicidad de transmitir la buena noticia es muy diferente de la felicidad que puede dar este mundo".

"La felicidad de la persona que anuncia la palabra de Dios y que ve que la gente por la acción de Dios se transforma, es impagable", subraya.

"Todo comienza encontrándose con Cristo. Cuando uno se encuentra con Cristo, de verdad quema adentro y se puede encender a otro. Y cada vez que se habla de Cristo va a ser más feliz y esa felicidad no la quita nadie", concluye.

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