VATICANO,
En la Audiencia General que presidió este miércoles 4 de octubre en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco afirmó que la resurrección de Cristo dio a los cristianos una capacidad ilimitada de amar, "como si llevaran un 'pedazo de cielo' sobre la cabeza".
Subrayó que "la fuerza de la resurrección hace a los cristianos capaces de amar incluso cuando el amor parece haber perdido sus razones. Existe un 'incluso más' que habita la existencia cristiana, y que no se explica simplemente con la fuerza de ánimo o con un mayor optimismo. La fe, la esperanza nuestra no es solo un optimismo, es algo más".
En su catequesis, que versó sobre el tema "Misioneros de la esperanza hoy", el Papa resaltó que "el cristiano no es un profeta de desgracias. La esencia de su anuncio es lo contrario: es Jesús muerto por amor y que Dios ha resucitado en la mañana de Pascua. Este es el núcleo de la fe cristiana".
"Si el Evangelio se hubiera acabado con el entierro de Jesús –continuó en su explicación– sería la historia de un profeta que se uniría a tantas biografías de personajes heroicos que han ofrecido su vida por un ideal. El Evangelio sería entonces un libro edificante y consolador, pero no tendría un anuncio de esperanza".
Sin embargo, "el Evangelio no se cierra con el viernes santo, va más allá, y es precisamente ese fragmento posterior el que transforma nuestras vidas".
El Santo Padre señaló cómo los discípulos de Jesús estaban abatidos aquel sábado santo después de su crucifixión, "aquella piedra rodada sobre la puerta del sepulcro había cerrado, también, los tres años de entusiasmo vividos junto a su Maestro de Nazareth. Parecía que todo se había terminado, y algunos, decepcionados y asustados, estaban ya abandonando Jerusalén".