DENVER,
Carrie DeKlyen era una madre de familia estadounidense que decidió renunciar a su tratamiento de quimioterapia de cáncer al cerebro para salvar la vida de su hija no nacida. Logró salvar a la pequeña pero ella falleció. Esta es su historia.
Los síntomas de la enfermedad de Carrie comenzaron en marzo de este año. Las constantes migrañas que padecía la motivaron a someterse a un examen médico y le dijeron que tenía un tumor en el cerebro.
Los médicos pensaron que la mujer de 37 años tenía un linfoma, pero después de realizarle una cirugía y otras pruebas, descubrieron que se trataba de un glioblastoma multiforme, el tipo más letal de tumor cerebral; y que también estaba embarazada.
Si se sometía a la quimioterapia, era probable que afectara a su bebé o que incluso este muriera. Sin embargo, Carrie y su esposo Nick, que hasta entonces tenían cinco hijos, se negaron y decidieron posponer el tratamiento. Ambos eran conscientes de que si ella no se trataba, podría morir.
"Mi esposa y yo somos gente de fe. Amamos al Señor con todo nuestro ser. Conversamos y rezamos sobre ese asunto. Con todas las cartas sobre la mesa, mi esposa eligió a su bebé", dijo Nick al diario Detroit Free Press.