Los jóvenes coinciden en la música, en el arte... ¡si hasta una final entre el Atlético Nacional y el América de Cali es ocasión para estar juntos! Ustedes, porque digo que tienen esa facilidad de encontrarse, ustedes pueden enseñarnos a los grandes que la cultura del encuentro no es pensar, vivir, ni reaccionar todos del mismo modo, no, no es eso, la cultura del encuentro es saber que más allá de nuestras diferencias somos todos parte de algo grande que nos une y nos trasciende, somos parte de este maravilloso País. Ayúdennos a entrar a los grandes en esta cultura del encuentro que ustedes practican tan bien. También vuestra juventud los hace capaces de algo muy difícil en la vida: perdonar. Perdonar a quienes nos han herido; es notable ver cómo ustedes no se dejan enredar por historias viejas, cómo miran con extrañeza cuando los adultos repetimos acontecimientos de división simplemente por estar nosotros atados a rencores.
Ustedes nos ayudan en este intento de dejar atrás lo que nos ofendió, de mirar adelante sin el lastre del odio, porque ustedes nos hacen ver todo el mundo que hay por delante, toda la Colombia que quiere crecer y seguir desarrollándose; esa Colombia que nos necesita a todos y que los mayores se la debemos a ustedes.
Y precisamente por esta capacidad de perdonar, enfrentan el enorme desafío de ayudarnos a sanar nuestro corazón; escuchen esto que les pido: ayudarnos a sanar nuestro corazón. lo decimos todos juntos, es una ayuda que les pido, a contagiarnos la esperanza joven que siempre está dispuesta a darle a los otros una segunda oportunidad.
Los ambientes de desazón e incredulidad enferman el alma, ambientes que no encuentran salida a los problemas y boicotean a los que lo intentan, dañan la esperanza que necesita toda comunidad para avanzar.
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Que sus ilusiones y proyectos oxigenen Colombia y la llenen de utopías saludables. Jóvenes, sueñen muévanse arriesguen miren la vida con una sonrisa nueva vayan adelante no tengan miedo. Solo así se animarán a descubrir el País que se esconde detrás de las montañas; el que trasciende titulares de diarios y no aparece en la preocupación cotidiana por estar tan lejos.
Ese País que no se ve y que es parte de este cuerpo social que nos necesita: ustedes jóvenes son capaces de descubrir la Colombia profunda. Los corazones jóvenes se estimulan ante los desafíos grandes: ¡Cuánta belleza natural para ser contemplada sin necesidad de explotarla! ¡Cuántos jóvenes como ustedes precisan de su mano tendida, de su hombro para vislumbrar un futuro mejor!
Hoy he querido estar estos momentos con ustedes; estoy seguro de que ustedes tienen el potencial necesario para construir la nación que siempre hemos soñado. Los jóvenes son la esperanza de Colombia y de la Iglesia; en su caminar y en sus pasos adivinamos los de Jesús del Mensajero de la Paz, Aquél que siempre nos trae noticias buenas.
Me dirijo ahora a todos queridos hermanos y hermanas de este amado País, niños, jóvenes, adultos y ancianos, como quien quiere ser portador de esperanza: que las dificultades no los opriman, que la violencia no los derrumbe, que el mal no los venza.
Creemos que Jesús, con su amor y misericordia que permanecen para siempre, ha vencido el mal, Jesús ha vencido el pecado y la muerte. Sólo basta salir a su encuentro. Salgan al encuentro de Jesús, Los invito al compromiso, no al cumplimiento, cumplo y miento, no, al compromiso, ¿A qué los invito? y ¿Qué es lo que no tienen que hacer? bien felicitaciones, salgan a ese compromiso en la renovación de la sociedad, para que sea justa, estable, fecunda.
Desde este lugar, los animo a afianzarse en el Señor, es el único que nos sostiene, el único alienta para poder contribuir a la reconciliación y a la paz.