SANTIAGO,
El primer domingo de septiembre, como ya es tradición, la Iglesia en Chile celebró el Día del Migrante y el Refugiado, con una Misa dominical caracterizada por el color y la multicultural de las diversas comunidades de inmigrantes.
Inmigrantes de Haití, Colombia, Venezuela, Perú, Argentina, Bolivia, entre otros, participaron de la Eucaristía y luego realizaron muestras gastronómicas, folclóricas y otras instancias de reflexión en torno al fenómeno migratorio que representan casi un tres por ciento de la población total en Chile: 477 mil ingresos al país.
"Todos somos migrantes hasta la casa definitiva del Padre", dijo a los fieles el Arzobispo de Santiago, Cardenal Ricardo Ezzati, quien presidió la Misa en la Parroquia Nuestra Señora de Pompeya.
Además de destacar las distintas obras que realiza la Iglesia con los extranjeros, como por ejemplo: enseñanza del español, hogares de acogida, búsqueda de empleos, entre otros; llamó a denunciar los actos de injusticia que se cometen a diario.
"Queremos que nuestros hermanos haitianos aprendan español para que no sean engañados en la legislación, en sus contratos laborales o en sus modos de vivir. La Iglesia quiere ser un espacio, no solo de acogida, sino que también de integración", manifestó el Cardenal.
"Creo que es el momento de denunciar aquello que no es conforme con la dignidad y a la protección legal que necesita todo migrante. Nos duele ver que hay deficiencia en esto", agregó.