VATICANO,
En sus palabras previas al rezo del Ángelus dominical, el Papa Francisco invitó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro a que en los momentos difíciles sigan el ejemplo de la mujer cananea de la que habla el Evangelio, que no se cansó de pedir a Jesús por la sanación de su hija.
El Santo Padre centró su reflexión en el Evangelio de este domingo que "nos presenta un singular ejemplo de fe en el encuentro de Jesús con una mujer cananea, un extranjera en relación a los judíos".
"La escena tiene lugar mientras Él está en camino hacia las ciudades de Tiro y Sidón, en el noroeste de Galilea: es allí donde la mujer implora a Jesús que sane a su hija, dice el Evangelio, que 'sufre terriblemente por estar endemoniada'. El Señor, en un primer momento, parece no escuchar este grito de dolor, tanto, hasta el punto de suscitar la intervención de los discípulos que interceden por ella". "La aparente distancia de Jesús no desanima a esta madre, que insiste en su invocación", expresó.
Francisco afirmó que "la fuerza interior de esta mujer, que permite superar cada obstáculo, va buscada en su amor maternal y en la confianza en que Jesús puede atender su pedido. Y esto me hace pensar en la fuerza de las mujeres. Con su fortaleza son capaces de obtener cosas grandes, ¡hemos conocido muchas! Podemos decir que es el amor que mueve la fe y la fe, por su parte, se convierte en el premio del amor".
"El amor intenso hacia su hija le induce a gritar: '¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí!'. Y la fe perseverante en Jesús permite que no se desanime, ni siquiera ante su rechazo inicial; así 'la mujer se acercó y, arrodillándose delante de él, le suplicó: ¡Señor, ayúdame!'".
El Papa señaló que "al final, ante tanta perseverancia, Jesús se queda admirado, casi asombrado, por la fe de una mujer pagana. Por lo tanto, Él acepta diciendo: '¡Mujer, qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que quieres'. Y desde ese mismo momento quedó sana su hija".