VATICANO,
El Papa Francisco, durante el rezo del Ángelus este domingo en la plaza de San Pedro en el Vaticano, exhortó a los cristianos a no desanimarse en el ejercicio del discernimiento entre el bien y el mal, y recordó que, en nuestra vida, ambas realidades conviven y que sólo Dios podrá separarlas en el Juicio Final.
Para explicarlo, el Santo Padre se refirió a la parábola del trigo y la cizaña de la lectura evangélica del día. "La narración se desarrolla en un campo con dos protagonistas opuestos. Por una parte, está el patrón del campo, una figura de Dios, que esparce la buena semilla de trigo. De otro lado, tenemos el enemigo, que representa a Satanás, y que esparce la mala hierba".
"Con el paso del tiempo, en medio del trigo crece también la cizaña y, ante esto, el patrón y sus siervos tienen diferentes opiniones. Los siervos quieren intervenir arrancando la cizaña. Sin embargo, el patrón, preocupado sobre todo por salvar el trigo, se opone diciendo: 'No sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis también el trigo'".
De esta manera, el Pontífice señaló que "Jesús nos dice que en este mundo el bien y el mal están entrelazados, que es imposible separarlos y extirpar todo el mal. Solo Dios puede hacer eso, y lo hará en el juicio final".
Por ello, animó a los cristianos a desempeñar un adecuado ejercicio de la libertad, "en la cual se lleva a cabo el difícil ejercicio del discernimiento".
"Se trata –explicó– de compaginar, con gran fe en Dios y en su providencia, dos actitudes aparentemente contradictorias: la decisión y la paciencia. La decisión es aquella que consiste en querer ser una buena semilla, con todas sus propias fuerzas, y entonces alejarse del maligno y de sus seducciones".