VATICANO,
Al recibir esta mañana a los participantes de la 90 asamblea de la Reunión de las Obras para la Ayuda de las Iglesias Orientales (ROACO), el Papa Francisco hizo una reflexión sobre la realidad de la cruz, el sufrimiento y la necesidad de ser "templo vivo" del Señor allí donde ya no es posible defender las estructuras eclesiales.
En su discurso, el Papa dijo que "nos sabemos siempre piedras vivas adheridas a Cristo, ¡que es la piedra angular! Las Iglesias Orientales custodian tantas veneradas memorias, iglesias, monasterios, lugares de santos y santas: son custodiados y conservados, también gracias a su ayuda favoreciendo así el peregrinaje a las raíces de la fe".
"Pero cuando no es posible reparar o mantener las estructuras, debemos continuar siendo templo vivo del Señor, recordando que la 'arcilla' de nuestras existencia creyente ha sido plasmada por las manos del 'artesano', el Señor, que ha puesto en ella su Espíritu vivificante", exhortó.
Francisco recordó que "las Iglesias orientales han sufrido con frecuencia terribles olas de persecución y tribulaciones, ya sea en el Este europeo como en Medio Oriente. Fuertes migraciones han debilitado la presencia en los territorios en los que florecieron durante siglos".
Ahora, continuó, "gracias a Dios, algunas de ellas han vuelto a la libertad después del doloroso periodo de los regímenes totalitarios, pero otras, especialmente en Siria, Irak y Egipto, ven a sus hijos sufrir a causa de la guerra y las insensatas violencias perpetradas por el terrorismo fundamentalista".
"Todas estas experiencias nos han hecho pasar por la experiencia de la Cruz de Jesús: es causa de turbación y sufrimiento, pero al mismo tiempo es fuente de salvación. Como tuve ocasión de decir al día siguiente de mi elección como Obispo de Roma: 'Si caminamos sin la cruz, si edificamos sin la cruz y si confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor'".