MADRID,
Femenina. Dulce y firme. Desde que las primeras palabras de la ingeniera Andrea Flores se escucharon captó la atención de todos en el salón donde se desarrolló el "Diálogo con organizaciones de la sociedad civil" de la 47 asamblea general de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Apenas había comenzado su intervención cuando se le oyó pedir con vehemencia: "el respeto por nuestro derecho a la vida, de modo que se desaliente cualquier iniciativa a favor de la eutanasia, incluyendo la alegada muerte digna y el suicidio asistido".
E inmediatamente después: "respeto también al derecho a la vida del niño concebido con defectos fetales, quien necesita de nuestra ayuda. El derecho a la vida de las personas con discapacidad tiene que ser protegido desde el momento de la concepción. El aborto por eugenesia ha ocasionado un genocidio, particularmente de los niños que sufren del síndrome de Down".
Nadie lo esperaba. En la voz de Andrea esas palabras tienen una fuerza especial. Y una cadencia propia. Se arrastran un poco, pero caen pesado sobre el corazón y, después, quedan marcados en la mente.
Los presentes en el salón principal del "Moon Palace Arena", de Cancún, en la asamblea de la OEA la escuchan en perfecto silencio.
Solo su voz se expande. Habla en primera persona: ella misma es portadora de deficiencia. Tiene parálisis cerebral espástica a causa de una negligencia médica en el parto.