VATICANO,
En la homilía pronunciada en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el Papa Francisco animó a "tener el corazón abierto para que el Espíritu Santo actúe en él" y no ser "obstinados" como los que lapidaron a San Esteban.
A partir del martirio de San Esteban, narrado en la Primera Lectura, el Santo Padre trazó su homilía sobre el testimonio de obediencia que todo cristiano debe ofrecer.
Para poder dar ese testimonio, es necesario tener el corazón abierto. Los corazones cerrados "hacen sufrir mucho a la Iglesia: los corazones cerrados, los corazones de piedra, los corazones que no quieren abrirse, que no quieren escuchar, los corazones que solo conocen el lenguaje de la condena. Están condenados. No saben decir: 'Pero explícame, ¿por qué dices esto?'. No, están cerrado. Lo saben todo. No necesitan ninguna explicación".
Francisco señaló lo acertadas de las palabras que San Esteban dedica a los que le apedrearon: "obstinados, incircuncisos de corazón y de oídos", y recordó que era como llamarles "paganos" porque tenían "el corazón cerrado y duro", un corazón "en el que no podía entrar el Espíritu Santo".
Para el Papa en un corazón cerrado "no hay sitio para el Espíritu Santo. En cambio, la Lectura de hoy nos dice que Esteban, lleno del Espíritu Santo, lo había comprendido todo: era testimonio de la obediencia al Verbo hecho carne, y esto lo hace el Espíritu Santo. Estaba lleno del Espíritu Santo. Un corazón cerrado, un corazón obstinado, un corazón pagano no deja entrar al Espíritu y se siente suficiente en sí mismo".
También puso el ejemplo de los discípulos de Emaús. Jesús les llama "insensatos", una expresión que no es tan dura como la empleada por Esteban, pero que tampoco es una alabanza, explicó el Pontífice. Los discípulos de Emaús "no habían entendido. Estaban asustados porque no querían problemas, pero eran buenos y estaban abiertos a la verdad".