6-La tentación del individualismo.
7-La tentación del caminar sin rumbo y sin meta.
El Santo Padre afirmó que el consagrado "no puede dejarse arrastrar por la desilusión y el pesimismo". El consagrado, explicó, "es aquel que con la unción del Espíritu transforma cada obstáculo en una oportunidad, y no cada dificultad en una excusa".
"El peligro es grave cuando el consagrado, en lugar de ayudar a los pequeños a crecer y de regocijarse con el éxito de sus hermanos y hermanas, se deja dominar por la envidia", advirtió. "La envidia es un cáncer que destruye en poco tiempo cualquier organismo".
También indicó que "compararnos con los que están mejor nos lleva con frecuencia a caer en el resentimiento; compararnos con los que están peor, nos lleva, a menudo, a caer en la soberbia y en la pereza". Además, subrayó la importancia de la identidad, porque "el consagrado, si no tiene una clara y sólida identidad, camina sin rumbo y, en lugar de guiar a los demás, los dispersa".
En su discurso, el Obispo de Roma transmitió un mensaje de ánimo al clero, a los religiosos, religiosas y seminaristas: "No tengáis miedo al peso de cada día, al peso de las circunstancias difíciles por las que algunos de vosotros tenéis que atravesar. Nosotros veneramos la Santa Cruz, que es signo e instrumento de nuestra salvación. Quien huye de la Cruz, escapa de la resurrección".