23 de diciembre de 2024 Donar
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20 años Chavín de Huántar: Dios tenía que sacarnos de esa oscuridad y terror irracional

La residencia del embajador de Japón en Perú durante la Operación Chavín de Huántar. Foto: Andina

El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani, afirmó que "Dios tenía que sacarnos de esa oscuridad y ese terror irracional que se había instalado", al conmemorarse los 20 años de la operación Chavín de Huántar, con la que concluyó la toma de la embajada de Japón a manos de los terroristas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).

Chavín de Huántar fue el nombre de la operación militar para rescatar a los 72 rehenes que retuvo el MRTA entre diciembre de 1996 y abril de 1997 en la residencia del entonces embajador de Japón, Morihisa Ahoki.

El Cardenal Cipriani, que era en ese tiempo Arzobispo de Ayacucho, actuó como garante de la Santa Sede en las negociaciones para liberar a los rehenes.

La operación se llamó Chavín de Huántar porque los túneles que cavó el ejército para ingresar a la residencia, el 22 de abril de 1997, se construyeron siguiendo el modelo de los encontrados en los restos arqueológicos, en el lugar del mismo nombre, en el departamento andino de Ancash.

En el programa Ampliación de Noticias de RPP, el Cardenal Cipriani recordó que "el clima de fe y de oración dentro de la Embajada fue muy grande. Eran muy conscientes todos, también el MRTA, de que la actuación de Dios tenía que sacarnos de esa oscuridad y ese terror irracional que se había instalado".

"Todos rezábamos y seguíamos de cerca esa confianza en que Dios nos daría una mano. Fue un elemento importantísimo en la mente de los rehenes, al igual que el enorme dolor que tenían, alejados de sus hijos, de sus padres, de sus esposas. Había allí una situación enormemente dolorosa, en la que los rehenes se portaron con una grandeza y fortaleza de ánimo estupenda".

El Cardenal recordó que su labor fue particularmente compleja, ya que al entrar a la residencia del embajador japonés lo "investigaban ojos muy variados". "Entrabas y te clavaban los ojos los rehenes, para ver cómo vienes. Luego bajaba a hablar con los del MRTA y lo mismo. Salías al periodismo y te leían la cara. Era difícil mantener un estado de ánimo sereno, respetuoso para no caer en una situación en la que el MRTA rechazaba tu presencia o que el Gobierno quería utilizarte".

El Cardenal explicó que tuvo días de dolor y cansancio, "en los que tuve que pedirle a Dios sabiduría para ver qué les decía" a los 72 rehenes.

"Teníamos como reuniones con los rehenes en los que al final, de manera abierta, les hablaba de unidad, de empeño, de no doblegarse. Y estaban los del MRTA al lado. Considero que Dios me tomó en sus manos por unos días. Acabada la operación no digo que me dejó, pero volví a estar a pie y hoy me doy cuenta lo difícil que fue para todos", relató el Arzobispo.

El Cardenal también habló del tema en su programa radial Diálogo de Fe, en la misma emisora. Allí recordó, entre otras cosas, la Eucaristía del 25 de diciembre de 1996: "Una Misa muy emotiva" en la que todos "recordaban sus raíces religiosas, porque pienso que hay algo importante: No todo el mundo tiene la experiencia de estar en la puerta de la muerte, porque estábamos todos prácticamente (en riesgo) en cualquier instante, visto los explosivos que habían por todos lados, vista la tensión que había en todos lados. Esa era mi preocupación".

A la pregunta del periodista Miguel Humberto Aguirre sobre lo que portaba dentro de su maletín al ingresar a la residencia, el Cardenal explicó que "siempre llevaba mis ornamentos. En alguna ocasión por ejemplo recuerdo que le lleve la revista Caretas a uno del MRTA. En otra ocasión había otro que era fanático del Geniograma de El Comercio. En otras ocasiones me pedían libros. Yo llegaba, iba a la sala donde estaba Cerpa y sus colaboradores más cercanos, abrían mi maletín, era permanente el control y la confianza. Pero normalmente eran mis ornamentos y lo que me hubieran pedido que estaba aprobado por ellos. En otras ocasiones también alguna carta a su familiar".

Néstor Cerpa Cartolini fue el líder del grupo terrorista durante la toma de la embajada. Él y los otros 13 miembros del MRTA fueron abatidos el 22 de abril de 1997 cuando las fuerzas del ejército rescataron a los rehenes.

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El Arzobispo rememoró también que tuvo oportunidad de dialogar con los terroristas "hasta que me llamaron la atención y me dijeron: 'Agradeceríamos que no hable tanto con los jóvenes porque usted sabe que son fáciles de influenciar'".

Agradecimiento a las Fuerzas Armadas

Hoy, dijo el Cardenal, "estamos cerrando una división que ha sido muy fuerte entre las Fuerzas Armadas y Policiales y la sociedad civil. Fueron maltratadas durante 20 o 30 años, enjuiciadas, culpadas de todos los problemas en la época del terrorismo, metidos a las cárceles".

"Hoy el país contempla con gozo los 20 años de esta situación de la embajada del Japón y reconoce el heroísmo y reconoce el valor de todas estas personas. Y al mismo tiempo en el asunto de (los trabajos ante las inundaciones de) El Niño, reconoce como el más meritorio el accionar de las Fuerzas Armadas. Esta nueva regeneración de la familia peruana, Fuerzas Armadas, sociedad civil, es un cimiento de lo que es un país".

Finalmente, el Primado del Perú pidió "voltear la página" ante enfrentamientos ideológicos. "Hoy que estamos en este aniversario le doy gracias a Dios porque nos ayudó, buscó siempre la paz" y "rezo por las almas de todos los que cayeron, por todos los familiares que tanto sufrieron, por los rehenes. Fue una época en la que Dios pasó muy cerca de nosotros".

"Vuelvo a lo que dije al comienzo: Ese voltear la página no solamente es una frase ni un problema político, es un problema humano. Hay algo más importante: Unirnos, no podemos seguir enfrentados en dos grupos. (…) Hay que dejar eso de lado y buscar el bicentenario con otro espíritu y con otra dinámica. ¿Seremos capaces? Ahí está el dilema", concluyó.

El miércoles 19 de abril, el Presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski condecoró con la Orden Militar de Ayacucho en el grado de Gran Cruz a los miembros de las Fuerzas Armadas que participaron en la operación militar Chavín de Huántar.

En su discurso, el mandatario exhortó al Poder Judicial a que culmine con prontitud los procesos abiertos contra los comandos de Chavín de Huántar que rescataron a los 72 rehenes.

"Queremos terminar con los procesos, la justicia debe ser justa, pero debe ser rápida, no puede durar un proceso 20 años, tenemos que terminar con eso. Justicia ahora, terminemos con eso", señaló Kuczynski.

Doctorado honoris causa

En su programa Diálogo de Fe, el Cardenal Cipriani también agradeció a la Universidad San Ignacio de Loyola que el 20 de abril le confirió el doctorado honoris causa en reconocimiento a su destacada trayectoria como pastor, teólogo y consejero de las nuevas generaciones en el Perú.

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Durante su discurso de agradecimiento, el Cardenal Cipriani destacó que este reconocimiento es un gesto del amor que se profesa a la Iglesia en el Perú y a sus pastores, reflexionó sobre la promoción de la "cultura del encuentro" de la cual habla el Papa Francisco; y la importancia del protagonismo de la juventud en estos tiempos.

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