MILÁN,
Poco después de su llegada a Milán, el Papa Francisco rompió el protocolo al acercarse a un urinario portátil en el barrio marginal que visitaba, un gesto que fue captado por las cámaras de televisión presentes y por las cientos de personas que le esperaban en la zona.
El Santo Padre hizo su primera parada en el barrio de "Casas Blancas", una zona marginal de Milán en la que viven numerosas personas sin recursos. Muchos no cuentan con servicios básicos. Antes de dirigir un discurso a los cientos de pobladores, el Papa sorprendió a los presentes al usar un baño portátil.
En este barrio, pasó cerca de una hora saludando a los habitantes y después entró en la casa de tres familias: la de Dori Falcone, de 57 años, y de su marido Lino Pasquale, de 59 años, que sufre epilepsia y presenta graves secuelas físicas y neurológicas.
También visitó la vivienda de Mihoual Abdel Karin y su esposa Tardane Hanane –musulmanes– que viven en el segundo piso del número 40 con sus tres hijos de 17, 10 y 6 años, que llegaron desde Marruecos en 1989.
Francisco estuvo algunos minutos en la casa del matrimonio formado por Nuccio Oneta, de 82 años y gravemente enfermo, y Adele Agogini, de 81 años, prácticamente ciega.