REDACCION CENTRAL,
Cada 22 de marzo recordamos a San Epafrodito de Filipos, discípulo de los Apóstoles de Cristo y cercano colaborador de San Pablo, quien lo menciona en la Carta a los Filipenses (Flp 2,25-30).
Por órdenes del Apóstol Pedro, cabeza de la Iglesia, Epafrodito se convirtió en el primer obispo de Filipos y Tarracina, así como posteriormente lo fue de Andriaca. Señala el Martirologio Romano sobre este santo: "Luego fue Obispo de Terracina, enviado por San Pedro cuando éste estuvo en Roma, y donde bautizó a un buen número de conversos, dejando allí como obispo a Lino y partió a Terracina".
Amigos en el Señor
De acuerdo a la tradición, Epafrodito nació en Filipo, en la antigua Macedonia (Grecia). La historia lo señala como el que viajó desde su tierra natal rumbo a Roma para asistir a San Pablo durante su cautiverio entre los años 60 y 62 d.C. En aquella oportunidad, Epafrodito llevó consigo la colecta realizada por la Iglesia en Filipo para asistir al Apóstol. Existe, sin embargo, una controversia sobre la fecha de dicho viaje. Algunos lo datan un poco antes, hacia el año 57, cuando San Pablo estuvo cautivo en Éfeso -y no en Roma- durante su tercer viaje misional.
"Hermano, colaborador y compañero de armas" (Flp 2,25)
De lo que no hay duda es del encuentro entre ambos personajes y, por supuesto, de la amistad que se profesaron. Como en aquella oportunidad Epafrodito cayó enfermo, San Pablo decidió enviarlo de vuelta a Filipo con una carta para los cristianos de la ciudad, en la que se refiere a él como "su hermano, colaborador y compañero de armas". En la misiva rogaba a sus queridos neófitos que recibieran a su compatriota con "gozo en el Señor", puesto que Epafrodito había arriesgado todo por la misión que le fue encomendada, incluso estando al borde de la muerte: