VATICANO,
En su catequesis de los miércoles, durante la Audiencia General en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Papa Francisco pidió a los presentes que imiten a Cristo y amen de verdad, sin imposturas ni hipocresías. "No seamos unos impostores. Que nuestro amor no sea una telenovela. Necesitamos un amor sincero, fuerte", indicó.
El Santo Padre destacó que "estamos llamados al amor, a la caridad: esta es nuestra vocación más alta, nuestra vocación por excelencia; a ella está vinculada la alegría de la esperanza cristiana".
A partir de un fragmento de la Carta del Apóstol Pablo a los Romanos, el Pontífice reflexionó sobre la "alegría en la esperanza". Explicó que San Pablo "nos pone en guardia: existe el riesgo de que nuestra caridad sea hipócrita, de que nuestro amor sea hipócrita. Nos debemos preguntar: ¿cuándo se produce esto? ¿Y cómo podemos estar seguros de que nuestro amor sea sincero, de que nuestra caridad sea auténtica?".
"La hipocresía puede insinuarse de muchas formas –indicó–, también en nuestro modo de amar. Esto se comprueba en nuestro amor interesado, condicionado por intereses personales". En concreto, el Santo Padre señaló que esto se produce "cuando nos involucramos en servicios caritativos para mostrarnos a nosotros mismos o para sentirnos apaciguados; o incluso cuando buscamos visibilidad para mostrar nuestra inteligencia o nuestras capacidades".
"Detrás de todo esto –afirmó– hay una idea falsa, engañosa, que pretende convencernos de que, si amamos, es porque somos buenos, como si la caridad fuese una creación del hombre, un producto de nuestro corazón".
Sin embargo, continuó el Papa, "la caridad es, ante todo, una gracia. No consiste en poner de relevancia aquello que somos, sino aquello que el Señor nos da y que nosotros, libremente, acogemos. La caridad no se puede expresar en el encuentro con los demás, si primero no se ha producido en el encuentro con el amor dulce y misericordiosos de Jesús".