VATICANO,
El tercer día de Ejercicios Espirituales del Papa Francisco en la Casa Divino Maestro en Ariccia con motivo de la Cuaresma se centró en la meditación "El pan y el cuerpo, el vino y la sangre".
El franciscano Giulio Michelini, encargado de impartirlos, reflexionó sobre la Última Cena de Jesús. "Estar en la misma mesa quiere decir experimentar la belleza de estar juntos, y recibir eso que ha sido preparado de otros como un acto de amor. El Resucitado mismo, según el evangelista Juan, había preparado el alimento para sus discípulos sobre el lago de Galilea".
"En la cena de Jesús emerge también este elemento: la entrega de parte de Judas. Pero Jesús, en la noche en que fue traicionado, según la antigua versión de la cena, no retira su don, y da todo lo que le quedaba por dar: su cuerpo y su sangre".
"El Verbo, el Hijo había ya ofrecido su divinidad (…) y ahora dona su humanidad, es decir, su carne, porque era en esta carne que esa divinidad fue tal. De este modo, Jesús dona todo de sí mismo".
El P. Michelini propuso 3 preguntas para meditar: la relación con el alimento, la unidad en torno a la cena, y el perdón de los pecados.
"Me pregunto si somos verdaderamente conscientes de que Jesús, derramando su sangre, de verdad, con su propia vida, y no solo con palabras, ha dicho y dado el perdón de Dios".