VATICANO,
El Salmo 103 fue en esta ocasión protagonista de la homilía del Papa Francisco en la Misa que ofició, como cada mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta. Allí el Pontífice invitó a ser esclavo del amor pues de esta manera uno es totalmente libre.
"Qué grande eres Señor", es "un canto de alabanza", dijo el Papa. "El Padre trabaja para hacer esta maravilla de la creación y para hacer con el Hijo esta maravilla de la recreación", explicó.
Francisco se preguntó por qué Dios ha creado el mundo y señaló que "simplemente para compartir su plenitud, para tener alguno al que dar y con el que compartir su plenitud". Y en la recreación hace "de lo feo algo bonito, del error algo cierto, de lo malo algo bueno".
"Cuando Jesús dice: 'El Padre siempre obra, también yo obro siempre', los doctores de la ley se escandalizaron y querían matarlo por esto. ¿Por qué? Porque no sabían recibir las cosas de Dios como un don. Solo como justicia: 'Estos son los mandamientos. Pero son pocos, nosotros hacemos más'. Y en lugar de abrir el corazón al don, se han escondido, han buscado refugio en la rigidez de los mandamientos, que ellos habían multiplicado hasta 500 o más. No sabían recibir el don. Y el don solo se recibe con libertad. Y estos rígidos tenían miedo de la libertad que Dios nos da; tenían miedo del amor".
Francisco continuó: "por esto hoy hemos dicho 'Señor eres grande'. 'Te quiero mucho, porque me has dado este don. Me has salvado, me has creado'".
"Esta es la oración de alabanza, la oración de alegría, la oración que nos da alegría en la vida cristiana. Y no esa oración cerrada, triste de la persona que nunca sabe recibir un don porque tiene miedo de la libertad que siempre lleva consigo un don. Solo sabe hacer el 'deber', pero el deber cerrado. Esclavos del deber, pero no del amor. ¡Cuando uno es esclavo del amor es libre! Es una bella esclavitud esta, pero ellos no lo entendían".