MADRID,
A todos los padres les gusta compartir sus aficiones con sus hijos. Pero hay veces que la realidad se impone y lo dificulta enormemente. Sin embargo, que el cuarto hijo de José Manuel y Maite tenga parálisis cerebral no ha sido un impedimento, sino el punto de unión de una familia que ha visto reforzada su fe: "Dios está con los débiles y sin duda, Pablo es el débil por excelencia".
"No recuerdo cuándo empezamos a correr juntos. Sé que la primera vez era en verano, yo estaba preparado para salir a correr, pero ni mi mujer ni mis hijos podían quedarse cuidando de Pablo. Entonces decidí que podía llevármelo", cuenta José Manuel Roas Treviño en diálogo con ACI Prensa .
Aunque José Manuel asegura que no sabía si le gustaría la experiencia o no a Pablo, pronto lo comprobó con creces: "él iba derecho en la silla y cuando va a así significa que está bien, porque le cuesta mucho esfuerzo mantenerse erguido".
"Corríamos por un carril bici cercano y él iba pendiente de todo, se reía, chillaba, levantaba los brazos. Yo le cantaba y él reía más y más…Y me di cuenta que lo que estábamos viviendo era muy especial".
Con la naturalidad con la que empiezan las grandes cosas, así comenzaron a compartir una gran afición "y cada vez ha sido más frecuente que salgamos a correr juntos y más raro que vaya yo solo porque lo que disfruto corriendo con Pablo ni tiene nada que ver a terminar una carrera solo".
Pablo tiene 18 años y está afectado por el síndrome de West, considerado enfermedad rara, en un grado muy alto, que le hace totalmente dependiente de sus padres por una profunda parálisis cerebral. Sus padres saben que ni habla ni anda y que tampoco lo hará en el futuro.