MADRID,
Que unos presos compren de su propio dinero más de 100 kilos de alimentos para los más necesitados es algo, sin duda, sorprendente. Lola Navarro, presidenta de la Fundación P. Garralda-Horizontes abiertos fue testigo de ello en la Navidad de 2015 y asegura que se consiguió gracias a la gran generosidad de los presos y al trabajo que su fundación realiza con reclusos en varias cárceles españolas a quienes tratan como hermanos.
Ayudar a los presos a rehacer su vida, superar sus adicciones e insertarse de nuevo en el mercado laboral es un reto que la fundación Padre Garralda-Horizontes Abiertos lleva consiguiendo desde hace 40 años.
Lola Navarro, presidenta de esta fundación cuenta a ACI Prensa cómo el sacerdote jesuita Jaime Garralda comenzó a trabajar con presos hasta llegara atender actualmente, a través de su fundación, a más de 200 personas en las cárceles, casas habilitadas para permisos y talleres de reinserción laboral.
"El jesuita Jaime Garralda vivió durante 16 años en un poblado chabolista (villa miseria) en los años 60. Allí muchas mujeres quería visitar a sus maridos o sus hijos que estaban en la cárcel. El P. Garralda y algunos voluntarios comenzaron a acompañarlas y comenzaron una acción social con la cárcel y con todas las realidades que se desprenden de estos centros penitenciarios", explica Navarro.
Una gran acción social que, según precisa Navarro, está basada en "la fuerza del P. Garralda, que es la fuerza del Evangelio". En sus albergues, comenta, hay cristianos, ateos, musulmanes: "no preguntamos de dónde vienen sino si quieren salir adelante, abrir su horizontes. Somos una familia y ayudamos a nuestros hermanos".
Presos solidarios