LOS ÁNGELES,
El Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. José Gómez afirmó en su última columna semanal que lo “ordinario” del nacimiento de Jesús –en un pesebre y como una persona más en el censo convocado por el Imperio Romano–, muestra que “cada vida ‘cuenta’ y es preciosa a los ojos de Dios”.
En su nueva columna semanal, titulada “La fiesta de la humanidad”, el Prelado recordó que en su primer mensaje navideño como Pontífice, San Juan Pablo II afirmó que “La Navidad es la fiesta de la humanidad” y que ese día hace dos mil años “Jesucristo fue uno de los muchos niños nacidos en el mundo en ese primer día de Navidad. Fue uno de los miles de millones de bebés que han nacido desde que comenzó el mundo”.
Mons. Gómez encuentra interesante el hecho de que dentro de la historia de la Navidad el nacimiento de Cristo suceda cuando el Imperio Romano estaba haciendo un censo. Jesús “fue apenas un niño más, nacido de una pareja más, proveniente de un rincón inadvertido del imperio romano. Jesús es una estadística, un número más, inscrito en el censo”.
“De hecho, su familia es tan insignificante que ni siquiera pueden encontrar habitación en la posada local, de manera que su hijo tiene que nacer en un pesebre”, señaló el Arzobispo de Los Ángeles.
Según el Prelado, la genealogía de Jesús recuerda que también tiene “raíces humanas, de que hay ‘gente’ de la cual proviene, así como ustedes y como yo. Y así como cualquier otra persona. Jesús vino a este mundo como vinieron ustedes y como vine yo: pasó nueve meses en el seno de su madre y nació en una familia humana”.
Es en lo ordinario y lo simple, que Jesús, el Hijo de Dios que ha venido al mundo, demuestra que “cada persona es única y que no puede ser reemplazada o repetida”.