VATICANO,
El Papa Francisco reflexionó en la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta sobre la figura de San Juan Bautista cuya vocación era "dar testimonio de Jesús" siendo la "lámpara que indica dónde está la luz".
En su homilía, el Santo Padre explicó que San Juan Bautista "era la voz. Juan dice de él mismo: 'yo soy la voz que grita en el desierto'. Él era la voz que da testimonio de la Palabra, que señala la Palabra, el Verbo de Dios, la Palabra. Se consideraba solo la voz que anuncia la Palabra. Él era el predicador de la penitencia que bautizaba, el bautista".
En este sentido, él mismo describe su función profética que anuncia la llegada del Salvador: "Lo deja claro, lo dice claramente –insistió Francisco–: 'Detrás de mí viene otro que es más fuerte que yo, más grande que yo, al cual no soy digno ni de desatar las sandalias. Él os bautizará con el fuego del Espíritu Santo'".
"Este testimonio –continuó el Pontífice– provisional pero seguro, fuerte…, esa antorcha que no se deja apagar por el viento de la vanidad, esa voz que no se deja eclipsar por la fuerza del orgullo se convierte siempre en una voz que señala al que vendrá luego, y que abre la puerta al testimonio y a la voz del Padre al que Jesús hace referencia hoy: 'Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado'".
El Obispo de Roma destacó cómo San Juan Bautista optó, "con humildad", por el mismo camino que seguiría más tarde el mismo Jesús.
Terminará "en la oscuridad de una celda, en la cárcel, decapitado, por el capricho de una bailarina, por la envidia de una adúltera y la debilidad de un borracho".