21 de noviembre de 2024 Donar
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Papa Francisco a pastores: Digan la verdad y acojan primeros pasos de las personas

El Papa Francisco en la Misa en la capilla de la Casa Santa Marta. Foto: L'Osservatore Romano

En la homilía pronunciada en la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco reflexionó sobre el significado de la predicación de San Juan Bautista y sus dudas en la cárcel poco antes de morir.

El Santo Padre animó a los pastores en la Iglesia a ser como San Juan Bautista, que acogía el primer paso de los fieles porque confiaba en que luego Dios hacía el resto.

El Papa explicó que "San Juan Bautista no les decía a los fariseos, a los doctores de la ley o a los sacerdotes: 'Queridos, portaos bien'. No, les dice: '¡Raza de víboras!'. San Juan Bautista "predicaba fuerte, con palabras duras".

No decía palabras suaves porque sabía que los fariseos se le acercaban para controlarlo o a curiosear, pero nunca con el corazón abierto. "De esa forma ponía su vida en peligro, sí, pero actuaba con fidelidad. Y a Herodes le dijo en su cara: 'Adúltero, no te es lícito vivir así, adúltero'. ¡En su cara!".

Por el contrario, "si hoy un párroco, en su homilía dominical, dice: 'Entre vosotros hay algunos que son una raza de víboras y unos adúlteros', sin lugar a dudas, su obispo recibiría cartas de quejas: 'Despida a ese párroco que nos insulta'".

Sin embargo, con el pueblo San Juan era comprensivo. Juan bautizaba a todos los pecadores, "con este mínimo paso adelante porque sabía que con solo ese paso, después el Señor haría el resto". Y ellos se convertían.

"Es un pastor que entendía la situación de las personas y les ayudaba a seguir adelante con el Señor". Juan fue el único profeta al que se le dio esta gracia para mostrar a Jesús.

Por otro lado, el Santo Padre indicó que aunque Juan era grande, fuerte y estaba seguro de su vocación, "también tuvo momentos de debilidad, tuvo sus dudas".

De hecho, cuando estaba en la cárcel comienza a dudar, a pesar de que había bautizado a Jesús, "porque no era un Salvador como él se lo había imaginado". Y es entonces cuando envía a dos de sus discípulos a preguntarle si era Él el Mesías. Y Jesús corrige la visión de Juan con una respuesta clara. Les dice que vuelvan donde él y le cuentes cómo "los sordos oyen, los muertos resucitan…".

"Los grandes pueden permitirse el lujo de dudar porque son grandes", afirmó el Papa.

"Los grandes se pueden permitir la duda, y eso es bello. Están seguros de la vocación, pero cuando el Señor les hace ver una nueva bifurcación del camino, les entra la duda. 'Pero esto no es ortodoxo, esto es herético, este no es el Mesías que yo esperaba'. El diablo hace este trabajo. Esa es la grandeza de Juan, un grande, el último de aquella serie de creyentes que comienza con Abraham, que predicó la conversión, que no utiliza medias palabras para condenar el orgullo, que al final de su vida se permite dudar. Y este es un buen programa de vida cristiana".

Francisco concluyó la homilía pidiendo "a San Juan Bautista la gracia de la valentía apostólica de decir siempre las cosas con verdad, con amor pastoral, para recibir a la gente con lo poco que se puede dar. Dios hará el resto. Y que nos conceda también la gracia de dudar. Que tantas veces, quizás al final de nuestras vidas, podamos preguntar: '¿Pero es verdad todo aquello en lo que he creído o sólo son fantasías?', la tentación contra la fe, contra el Señor".

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Evangelio comentado por el Papa

Lucas 7:24-30

24 Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, se puso a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?

25 ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten magníficamente y viven con molicie están en los palacios.

26 Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta.

27 Este es de quien está escrito: He aquí que envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino.

28 «Os digo: Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él.

29 Todo el pueblo que le escuchó, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, haciéndose bautizar con el bautismo de Juan.

30 Pero los fariseos y los legistas, al no aceptar el bautismo de él, frustraron el plan de Dios sobre ellos.

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