SANTIAGO DE CHILE,
Amanece en la ciudad de Santiago de Chile y en medio de su ajetreo, una angosta puerta de madera recibe a los "hermanitos" de la calle. Entran ordenadamente en fila a recibir su primera comida del día, en un lugar del cual todos hablan pero pocos conocen y que marca la primera parada de la "Ruta de la cuchara".
Esta obra solidaria sirve a personas que viven en el alcoholismo, las drogas, el abandono, con trastorno psiquiátrico y que son, en gran medida, ancianos. Ellos recorren distintos comedores solidarios dependientes de parroquias y capillas para poder recibir las comidas del día.
El comedor San Antonio de Padua, ubicado en la Iglesia San Francisco de la Alameda, comuna de Santiago, es un espacio pequeño que acoge de lunes a viernes a alrededor de 50 hombres y mujeres, para dar en forma gratuita leche, té y un pan a todo el que lo pida.
Enrique Carrasco es voluntario del comedor hace tres años y uno de los pocos que puede hacer esta labor todos los días de la semana.
A él y a los otros cuatro voluntarios presentes los mueve "el amor del Señor" que los alienta no sólo a entregar una "agüita caliente" cada mañana, sino también, llevar a los hermanitos la Buena Nueva de quien "siempre los espera".