REDACCION CENTRAL,
El día de la Inmaculada de 1841 San Juan Bosco conoció en la sacristía del templo San Francisco de Asís de Turín a su primer alumno, un joven huérfano y analfabeto. Ese encuentro constituyó el inicio de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, centrada en una profunda devoción a la Virgen y una pedagogía para sacar de la calle a los niños más necesitados enseñándoles "sin golpes y con amor".
San Juan Bosco se preparaba para celebrar la misa de la Inmaculada en 1841, cuando vio cómo el sacristán de la iglesia de San Francisco de Asís de Turín golpeaba a un joven porque no sabía ayudar en Misa. Don Bosco se conmovió y atendió al chico, que se llamaba Bartolomé Garelli, tenía 16 años, era huérfano y analfabeto.
Bastó que el sacerdote le preguntara si sabía silbar para que surgiera una amistad y para que el fundador de los Salesianos empezase a poner en práctica una nueva pedagogía educativa: no con golpes, sino con amor. Juntos rezaron un Avemaría.
Ese momento, del 8 de diciembre de 1841 marca el inicio de la Congregación Salesiana en la que se subraya la importancia del sistema preventivo, es decir, una pedagogía de la enseñanza en la que se pretende sacar a los jóvenes más necesitados de las calles y enseñarles un oficio, un sistema que la congregación aplica desde hace 175 años.
A pesar de la dificultad del joven para ser monaguillo, San Juan Bosco le animó a volver el domingo siguiente y así aprender a ayudar mejor en la Misa.
Analfabeto y abandonado, el joven se sintió cautivado por la cercanía del futuro santo y regresó el domingo siguiente acompañado de una decena de chicos como él.