REDACCION CENTRAL,
La ciencia ha permitido conocer el tipo de sangre que habría tenido Jesús, gracias a la investigación de diversos milagros eucarísticos ocurridos a lo largo de la historia.
En el siglo VIII, un sacerdote que dudaba de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, pudo ver en el momento de la consagración en la Misa que la hostia se convertía en carne y sangre.
Este milagro aún puede verse en la Iglesia San Francesco en Lanciano, Italia, donde ocurrió.
En las décadas de 1970 y 1980, algunos investigadores analizaron el milagro y definieron, entre otras cosas, que el tipo de sangre era AB.
En el siglo XIII, unos 500 años después de Lanciano, otro sacerdote que dudaba de la presencia de Cristo en la Eucaristía contempló cómo la hostia consagrada derramaba sangre sobre el corporal, la tela que se coloca sobre el altar para poner allí los vasos sagrados usados en la comunión.
El corporal donde quedó la huella de este milagro puede venerarse en la Catedral de Orvieto, en Italia. En la década de 1990, los investigadores que analizaron el tipo de sangre indicaron que era AB, al igual que el milagro eucarístico de Lanciano.