Desde Cluny, convertido en centro espiritual, ejerció una gran influencia en los monasterios del Viejo Continente. Odón insistía mucho en orar fervorosa y constantemente los salmos, así como en la observancia del silencio dentro de los monasterios. Con él, Cluny alcanzó tal esplendor espiritual que se construyeron otros quince monasterios bajo su tutela.
En la catequesis que Benedicto XVI dedicó al monje Odón en 2009, el entonces Papa señalaría: “San Odón fue un verdadero guía espiritual tanto para los monjes como para los fieles de su tiempo… Ante el gran número de vicios difundidos en la sociedad, el remedio que él proponía con decisión era el de un cambio radical de vida, fundado en la humildad, la austeridad, el desapego de las cosas efímeras y la adhesión a las eternas”.
“Madre de Misericordia”
Otro aspecto de la personalidad y vida de Odón que destacaba el entonces Papa fue su piedad filial a la Virgen María: «Odón era aún adolescente, de unos dieciséis años de edad, cuando, en una vigilia de Navidad, sintió cómo le salía espontáneamente de los labios esta oración a la Virgen: "Señora mía, Madre de misericordia, que en esta noche diste a luz al Salvador, ora por mí. Que tu parto glorioso y singular sea, oh piadosísima, mi refugio" (Vita sancti Odonis, I, 9: PL 133, 747). El apelativo "Madre de misericordia", con el que el joven Odón invocó entonces a la Virgen, será la forma que elegirá para dirigirse siempre a María, llamándola también "única esperanza del mundo... gracias a la cual se nos han abierto las puertas del paraíso"».
Receta para el escéptico del medioevo: Eucaristía y buen humor
San Odón merece ser recordado en otro aspecto ejemplar: su "devoción" al Cuerpo y a la Sangre de Cristo. El segundo abad de Cluny deploraba la cada vez más difundida negligencia de muchos presbíteros que celebran la Eucaristía como si de un acto rutinario se tratase. Convencido hasta el tuétano de la presencia real, bajo las especies eucarísticas, del Cuerpo y de la Sangre del Señor, escribía: "Dios, el Creador de todo, tomó el pan, diciendo que era su Cuerpo y que lo habría ofrecido por el mundo, y distribuyó el vino, llamándolo su Sangre" (Odonis Abb. Cluniac. occupatio, ed. A. Swoboda, Lipsia 1900, p. 121).