CAMERÚN,
Los pobladores de la diócesis de Maroua-Mokolo en Camerún, junto a otras diócesis situadas a lo largo de la frontera con Nigeria, se han convertido en el escenario de incesantes ataques suicidas perpetrados por el grupo terrorista musulmán Boko Haram, lo que ha generado miedo entre la población.
Cuando el pasado febrero dos atacantes suicidas mataron al menos a 20 personas e hirieron a docenas en el mercado de Mora, poblado de Mémé, el Obispo de la diócesis de Maroua-Mokolo, Mons. Bruno Ateba Edo, aseguró que la oración al interior del templo salvó a los feligreses.
"En el momento del ataque muchas mujeres del mercado y otras personas del pueblo habían ido a la iglesia para participar del Vía Crucis. Ellas me dijeron: 'Aún estamos vivas porque estábamos en la iglesia. Hubiéramos muerto sin el Vía Crucis'", indicó el Obispo a inicios de noviembre a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN).
Asimismo, detalló que "muchos de los ataques suicidas son realizados por personas muy jóvenes" y que las dos chicas que se inmolaron en el mercado de Mora "no tenían siquiera veinte años".
Por otro lado, el Prelado afirmó que la situación en su diócesis es "dramática" y casi nunca recibe la atención de los medios internacionales.
"Me gustaría ver una mayor atención a lo que está sucediendo aquí en el norte de Camerún. Cuando algo sucede en Europa, la noticia se propaga inmediatamente alrededor de todo el mundo. Es como un terremoto. Pero si la gente muere aquí en Camerún o en otros países africanos, no es un gran problema", denunció.