VATICANO,
"Aparentemente, la muerte nos separa, pero el poder de Cristo y de su Espíritu nos unen ahora de manera más profunda con nuestros hermanos difuntos". Con estas palabras, el Papa Francisco recordó que la muerte, "a la luz del misterio pascual de Cristo, es en realidad el ingreso en la plenitud de la vida".
El Santo Padre dio este mensaje de esperanza durante la Misa que presidió en la Basílica de San Pedro, en Roma, en sufragio de las almas de los cardenales y obispos fallecidos a lo largo del año.
"El mes de noviembre, que la piedad cristiana dedica al recuerdo de los fieles difuntos, suscita hoy en la comunidad eclesial el pensamiento de la vida después de la muerte y, sobre todo, el pensamiento del encuentro definitivo con el Señor", explicó el Papa. "Él juzgará nuestro camino en la tierra", recordó.
Sin embargo, Francisco explicó que este juicio no lo realizará un juez implacable, sino "un juez cuyas características son la misericordia y la piedad".
El Pontífice recordó que los cardenales y obispos que ya partieron al Padre "han llegado a su destino después de haber servido a la Iglesia y amado al Señor Jesús, en la certeza del amor que el Apóstol Pablo nos recuerda en la segunda lectura: '¿Qué nos separará del amor de Cristo?'. De la fe en el amor de Cristo nadie nos puede separar: ni la tribulación, ni la angustia, ni la persecución, ni el peligro, ni la muerte, ni la vida".
"Ellos también han tenido muy claro las palabras del libro de la Sabiduría: 'Los que le son fieles permanecerán junto a Él en el amor'. Sabían que nuestra peregrinación terrenal termina en la casa del Padre celestial, y que sólo en Él se encuentra la meta, el descanso y la paz. En la casa que nos lleva hacia el Señor Jesús, el camino, la verdad y la vida".