25 de diciembre de 2024 Donar
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Estuvo en Olimpiadas de Londres 2012 y ahora es sacerdote católico

En mayo de 2016 se ordenó sacerdote, pero su llegada hasta la parroquia de Santa María de Mataró en Barcelona (España) pasa por equipos de la primera división en ese país, Bélgica y por los Juegos Olímpicos de Londres 2012, además de la seguridad de un futuro prometedor en el mundo del hockey sobre hierba.

Sin embargo, el P. Carlos Ballbé decidió dejarlo todo para unirse al equipo de Dios: "si todo el mundo trabajara el alma como cristiano el cuerpo, seríamos mejores. Cada jugador tuvo su vida y seguro que lo pasó difícil", afirmó en una entrevista concedida al diario Mundo Deportivo.

"Teniéndolo todo, me faltaba algo, una pieza en mi vida para decir soy completamente feliz". Después de un viaje a Mejugorje en Bosnia -en donde el Vaticano creó una comisión para investigar las presuntas apariciones de la Virgen María- el P. Ballbé descubrió que su "camino pasa por el sacerdocio".

Se lo comunicó a sus amigos por mail, "lo mandé llorando, tenía miedo de la reacción pues se podían enfadar". Y más de uno le dijo que "estaba tirando su vida".

Intentando discernir su vocación no acudió a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 a pesar de estar convocado, por eso dejó la selección española de hockey sobre hierba y su club, el Atlètic Terrassa, a pesar de que "no estaba seguro si voy a acertar aunque sí sabía que debía dar un paso atrás y aclararme".

Entonces comenzó a estudiar en el seminario de Barcelona. Pero dejar una vocación deportiva tan fuerte no es sencillo, por eso desde el seminario le permitieron cerrar su etapa como deportista de élite con broche de oro acudiendo a las Olimpiadas de Londres 2012.

Mundo Deportivo informa que el ahora P. Ballbé señala que "en el verano de 2011 había quedado que lo dejaba pero tenía algo dentro que me decía que no podía todavía".

"Y fue a raíz de un viaje a Madrid cuando vino el Papa a la capital y fui con compañeros del seminario. Y al regresar paramos en una estación de servicio donde siempre lo hacía con el club cuando íbamos a Madrid, y recordé la última vez cuando volvíamos de ganar una Liga allí. Me vinieron muchos recuerdos".

Desde la selección le animaron a entrar para estar a la altura y en el seminario le concedieron una "excedencia" para cumplir su sueño.

Ahora, ha dejado el stick del hockey a un lado, pero la mentalidad deportiva continúa presente tanto en su vida como en sus homilías. "Trabajar en equipo; en una comunidad eres el capitán pero trabajas en equipo. También me enseñó que cualquier persona tiene algo que enseñarte", declaró en el diario.

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"Los valores del deporte y de la iglesia son parecidos. Al cura lo veo como un capitán y a Dios como el entrenador", declaró el P. Ballbé al diario deportivo As.

De hecho quiere que los valores del deporte ayuden a niños en riesgo de exclusión social por eso uno de sus proyectos es crear una escuela de fútbol.

"Por ser mejor deportista que otros, te crees mejor persona. Para mi Iniesta es un jugadorazo, es modélico, y me gustaría ser como él de haber sido futbolista, pero no es mejor que un buen padre que hace bien su trabajo; otros no son tan ejemplares", asegura en la entrevista.

"La gente idolatra cosas que no toca. Creen que un deportista es de por sí una buena persona", declaró al diario As, donde también afirmó con humor que "si todo el mundo trabajara el alma como Cristiano el cuerpo, seríamos mejores. Cada jugador tuvo su vida y seguro que lo pasó difícil".

En esta nueva vida, el P. Ballbé asegura que muchos piensan que "ser cura es innato y que soy un santo desde pequeño. Los curas también lloramos y necesitamos ayuda. Somos personas normales".

Recuerda que la educación en valores que ofrece el deporte pasa también por dominar el carácter, algo que a él le costaba especialmente. "Yo no cumplía todos los valores de fair play. En un partido debía contar muchas veces hasta 10; costó domesticar mi carácter y ahora aún me cuesta".

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