13 de diciembre de 2024 Donar
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La advertencia que el Papa Francisco hace a los jesuitas sobre el demonio

El Papa con el nuevo superior de los jesuitas, Arturo Sosa. Foto: Compañía de Jesús

El Papa pidió a los jesuitas obediencia, misericordia y servicio al prójimo, pocos días después de que los jesuitas eligieran a su nuevo superior general. El Pontífice alertó a todos para que "el enemigo de natura humana no nos robe la alegría: la alegría de evangelizar".

Así lo dijo el Santo Padre al visitar la 36º Congregación General reunida en Roma. Francisco les dirigió un discurso en el que les pidió además acudir a las periferias para ayudar a todos los hombres.

"Como os han dicho en varias ocasiones mis antecesores, la Iglesia os necesita, cuenta con vosotros y sigue confiando en vosotros, de modo especial para llegar a los lugares físicos y espirituales a los que otros no llegan o les resulta difícil hacerlo", dijo Francisco.

El Papa les pidió "caminar juntos –libres y obedientes– caminar yendo a las periferias donde otros no llegan, bajo la mirada de Jesús y mirando el horizonte que es la Gloria de Dios siempre mayor, el que nos sorprende siempre".

Francisco habló de la regla de vida de la Compañía de Jesús y les recordó algunas de sus características recordándoles que "tanto la pobreza como la obediencia o el hecho de no estar obligados a cosas como rezar en coro, no son ni exigencias ni privilegios, sino ayudas que hacen a la movilidad de la Compañía, al estar disponibles para correr por la vía de Cristo Nuestro Señor teniendo, gracias al voto de obediencia al Papa, una más cierta dirección del Espíritu Santo".

"El caminar, para Ignacio, no es un mero ir y andar sino que se traduce en algo cualitativo: es aprovechamiento y progreso, es ir adelante, es hacer algo en favor de los otros".

Este aprovechamiento no es otra cosa que "el criterio práctico de discernimiento propio de nuestra espiritualidad", subrayó el Pontífice.

"El aprovechamiento no es individualista, es común" pero "caminando y 'progresando' en el seguimiento del Señor, la Compañía va armonizando las tensiones que contienen y producen inevitablemente la diversidad de gente que convoca y las misiones que recibe", añadió.

Francisco también dijo que el aprovechamiento "no es elitista" y señaló 3 puntos "para reavivar el fervor en la misión":

Pedir insistentemente la consolación: El Papa aseguró que "es oficio propio de la Compañía consolar al pueblo fiel y ayudar con el discernimiento a que el enemigo de natura humana no nos robe la alegría: la alegría de evangelizar, la alegría de la familia, la alegría de la Iglesia, la alegría de la creación".

"Que no nos la robe ni por desesperanza ante la magnitud de los males del mundo y los malentendidos entre los que quieren hacer el bien, ni nos la reemplace con las alegrías fatuas que están siempre al alcance de la mano en cualquier comercio", añadió.

Además, indicó que "una buena noticia no se puede dar con cara triste". "La alegría no es un plus decorativo, es índice claro de la gracia: indica que el amor está activo, operante, presente. Por eso el buscarla no debe confundirse con buscar 'un efecto especial', que nuestra época sabe producir para consumo, sino que se la busca en su índice existencial que es la 'durabilidad'".

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Dejarnos conmover por el Señor puesto en Cruz: "Siempre se puede dar un paso más en el dejarnos conmover por el Señor puesto en cruz, por Él en persona y por Él presente en tantos hermanos nuestros que sufren –¡la gran mayoría de la humanidad!", dijo el Papa a los jesuitas.

También recordó que "la misericordia no es una palabra abstracta sino un estilo de vida, que antepone a la palabra los gestos concretos que tocan la carne del prójimo y se institucionalizan en obras de misericordia".

Hacer el bien de buen espíritu, sintiendo con la Iglesia: En este punto, afirmó que  "siempre se puede dar un paso adelante en hacer el bien de buen espíritu, sintiendo con la Iglesia". "Es también propio de la Compañía el servicio del discernimiento del modo como hacemos las cosas", indicó.

"Esta gracia de discernir, que no basta con pensar, hacer u organizar el bien sino que hay que hacerlo de buen espíritu, es lo que nos enraíza en la Iglesia, en la que el Espíritu actúa y reparte su diversidad de carismas para el bien común".

Por último, explicó que "las reglas para sentir con la Iglesia no las leemos como instrucciones precisas sobre puntos controvertidos (alguno podría resultar extemporáneo) sino ejemplos donde Ignacio invitaba en su tiempo a 'hacer contra' al espíritu antieclesial, inclinándose total y decididamente del lado de nuestra Madre, la Iglesia, no para justificar una posición discutible sino para abrir lugar a que el Espíritu actuara a su tiempo".

"El servicio del buen espíritu y del discernimiento nos hace ser hombres de Iglesia –no clericalistas, sino eclesiales–, hombres 'para los demás', sin cosa propia que aísle sino con todo lo nuestro propio puesto en comunión y al servicio", dijo Francisco.

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