DENVER,
Margaret Boemer tenía 16 semanas de su tercer embarazo y cuando fue a realizarse una ecografía los médicos le dijeron que su bebé tenía un tumor y que su corazón estaba fallando. Ellos le dieron a la joven madre dos opciones: abortar o someterse a una riesgosa cirugía fetal.
La bebé tenía un tumor llamado teratoma sacrococcígeo, que aparece antes del nacimiento y crece en el coxis del bebé. El doctor Darrell Cass, cirujano y co-director del Centro Fetal de Niños de Texas (Estados Unidos), explicó a CNN que este es el tumor más frecuente en los infantes.
El teratoma sacrococcígeo es más frecuente en las niñas y sucede en uno de cada 35 mil nacimientos. "Algunos de estos tumores pueden ser tolerados. El feto lo tiene y puede nacer con él y se le quita. Pero en la mitad de las veces causan problemas debido a que dificultan la circulación de la sangre", indicó Cass.
El tumor trata de crecer por la succión del fluido sanguíneo del bebé, mientras que el bebé también está tratando de crecer, "por lo que se convierte en una competencia. Y en algunos casos el tumor gana y el corazón falla y el bebé muere". Esto era lo que sucedía con la pequeña Lynlee.
Margaret explicó que el tumor estaba afectando el corazón de su bebé y si seguía creciendo podía morir. "Fue una decisión entre dejar que el tumor avance o darle a la bebé la oportunidad de vivir. Para nosotros fue una decisión fácil: queríamos que ella viva".