ROMA,
Los países que conforman la Península Arábiga poseen una pequeña pero vibrante comunidad cristiana, formada casi en su totalidad por trabajadores extranjeros que emigraron atraídos por los empleos en la industria del petróleo. La Iglesia en esta región es joven pero esencial para sus sociedades.
ACI Prensa conversó con el Vicario Apostólico del Norte de Arabia, Mons. Camillo Ballin, que sirve a los fieles de Bahrein, Kuwait, Qatar y Arabia Saudí; y con el Vicario Apostólico del Sur de Arabia, Mons. Paul Hinder, encargado de la atención pastoral en los Emiratos Árabes Unidos, Yemen y Omán.
Cuando se le pregunta por la libertad religiosa en estos países, Mons. Camillo Ballin asegura que "en Kuwait, Bahrein y en Qatar tenemos absoluta libertad de culto dentro del recinto de la iglesia. El gobierno o la policía jamás han interferido. En Arabia Saudí, por el contrario, está prohibido todo culto no islámico".
En su opinión, "no hay casos de persecución religiosa. Al contrario, encuentro mucho respeto a nuestra fe y a la jerarquía. Arabia Saudí es un caso particular, pero tampoco se puede decir que exista persecución".
Mons. Paul Hinder hace hincapié en que "es necesario distinguir entre libertad religiosa y libertad de culto. La libertad religiosa, como se entiende en la Declaración Universal de Derechos Humanos, es limitada, al menos para los musulmanes. Quiero decir, todo no musulmán es libre de pertenecer a su religión original o de no pertenecer a ninguna, y es libre de cambiar de religión, si así lo desea. Por el contrario, un musulmán no puede cambiar de religión. El proselitismo con los musulmanes está estrictamente prohibido y perseguido".
"En los tres países del Vicariato del Sur de Arabia tenemos libertad de culto dentro de las instalaciones a nuestra disposición –añade–. Para realizar el culto fuera de nuestras iglesias, por ejemplo, en un hotel, o en el lugar de trabajo, se necesita un permiso de la autoridad civil correspondiente".