VATICANO,
Uno de los mayores conocedores del Cura Brochero –cuya ceremonia de canonización tendrá lugar el domingo 16 de octubre– es Mons. Santiago Olivera, Obispo de la diócesis argentina de Cruz del Eje, de la provincia de Córdoba, donde se encuentran los restos mortales del futuro santo. Además, es co-autor de la causa de canonización.
El Prelado explicó a ACI Prensa que "el testimonio de Brochero suscita que los jóvenes quieran ser como él". "Lo vemos no como algo del pasado, sino como una presencia permanente que nos anima, estimula, y que nos recuerda siempre que es posible unir la vida ministerial y la santidad".
"El Cura Brochero es un sacerdote modelo, un pastor con olor a oveja como diría el Papa Francisco, un hombre que entendió el Concilio Vaticano II 50 años antes de que tuviera lugar". Era "un hombre de diálogo, de periferia, un hombre que iba al encuentro de los demás, que dialogaba con todos, que entendía que la evangelización estaba unida al progreso y a la dignidad de los hombres", afirma Mons. Olivera.
Uno de sus logros fue que "trabajó para que hubiese ferrocarril, escuelas, acueductos, y también promovió el turismo, pero siempre siendo cura". "No era jesuita, pero trabajó mucho por llevar a la gente a los ejercicios espirituales de San Ignacio, por el que tenía una gran devoción".
Además entendió que "su pueblo era pobre y que llevando a Jesucristo a la gente de su tiempo iba a transformar su ambiente, lo que es una verdad evangélica muy honda".
El Prelado destaca cómo José Gabriel "iba casa por casa, rancho por rancho buscando a la gente, digamos que no se quedaba en la oficina". "Tuvo por compañera de viaje a su mula con la que le era más fácil entrar en la sierra, fue su compañero de camino, que le permitió llegar a los lugares más difíciles".