Tras una serie de correos filtrados de importantes personajes políticos sobre un posible movimiento de "Primavera Católica" que buscaba plantar "semillas de la revolución" dentro de la Iglesia, los Obispos de Estados Unidos criticaron la interferencia y aseguraron que el Evangelio está al servicio del bien común y no de agendas políticas. Esta "Primavera Católica" equivaldría a la "Primavera Árabe", una serie de manifestaciones antigubernamentales ocurridas años atrás en Medio Oriente y el norte de África.
"Ha habido informes recientes de que algunas personas podrían haber buscado interferir en la vida interna de la Iglesia para una ganancia política a corto plazo", dijo el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos y Arzobispo de Louisville, Mons. Joseph Kurtz. "Si es verdad, esto es preocupante para el bienestar de las comunidades de fe y el bien de nuestro país".
"En nuestra fe y en nuestra Iglesia, Cristo nos ha dado un precioso don. Como católicos, nos aferramos a nuestras creencias que vienen de Jesús, no de un consenso falsificado por normas contemporáneas", dijo el 13 de octubre.
"También esperamos que las autoridades públicas respeten los derechos del pueblo a vivir su fe sin interferencia del Estado", añadió el Arzobispo. "Cuando las comunidades de fe pierden este derecho, la propia idea de lo que significa ser un estadounidense está perdida".
Mons. Kurtz no mencionó directamente la controversia sobre un intercambio de correos electrónicos del 10 y 11 de febrero de 2012, entre John Podesta, actual jefe de campaña de la candidata presidencial del Partido Demócrata Hillary Clinton, y Sandy Newman, presidente de la organización progresista Voices for Progress (Voces para el Progreso).
Newman parece haber iniciado el intercambio de correos, con el título "¿La apertura para una Primavera Católica? Solo pensando", y se refirió a la controversia sobre las objeciones católicas a la cobertura obligatoria de anticoncepción en los planes de seguro de empleadores del mandato del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) impulsado por Barack Obama, que obligaría a católicos a proveer, entre otras, sustancias causantes de abortos.