Cada 12 de octubre, se celebra la advocación mariana de Nuestra Señora Aparecida, declarada Patrona de Brasil en 1929 por el Papa Pío XI, y cuya imagen se resguarda en la Basílica que lleva su nombre, ubicada en el estado brasilero de São Paulo (San Pablo).
El hallazgo
La historia de esta advocación se inicia en 1717, cuando un grupo de pescadores encontraron en el río Paraiba una imagen de la Inmaculada Concepción hecha en terracota (arcilla modelada y endurecida al horno) de unos 36 centímetros de altura.
La imagen presentaba un color oscuro, probablemente por el tipo de material del que estaba hecha y por haber pasado mucho tiempo expuesta a las aguas del río.
El hallazgo tuvo lugar después de que los pescadores pidieron la intercesión de la Virgen María para que no les falte el sustento necesario -la pesca había sido muy mala ese año y se pasaba hambre-.
Por eso, cuando la imagen fue encontrada, aquellos hombres pensaron que se trataba de una señal de que la Virgen María los había escuchado y un tiempo mejor se avecinaba. Y, en verdad, así fue. Poco después, los pescadores volverían del mar con las redes llenas.