La vida del Papa San Juan Pablo II estuvo llena de ocasiones memorables, pero hay un día que el santo polaco consideró el más especial de todos.
Se podría pensar, tal vez, en su ordenación sacerdotal, sus múltiples encuentros con los fieles o su elección como Sucesor de San Pedro, incluso el haber sobrevivido al atentado del 13 de mayo de 1981, en la fiesta de la Virgen de Fátima.
Sin embargo, el día que el santo consideró el más feliz de su vida estuvo marcado por una devoción que influyó profundamente en su pontificado.
Para San Juan Pablo II, el día más feliz de su vida fue cuando canonizó a una religiosa de su natal Polonia: Santa Faustina Kowalska, a quien Jesús le reveló las promesas de su Divina Misericordia.
Si bien San Juan Pablo II tenía alrededor de 18 años cuando falleció Santa Faustina Kowalska -el 5 de octubre de 1938-, el santo no sabía de la vida de la religiosa polaca, ni del mensaje que recibió del Señor de la Divina Misericordia.
El joven Karol Wojtyla conoció la historia, que impactaría profundamente toda su vida, cuando estaba en un seminario clandestino durante la Segunda Guerra Mundial.