MADRID,
Elisabeth Smart tenía solo 14 años una noche de junio de 2002, cuando comenzó su calvario. Estaba en su cuarto, junto con su hermana, a punto de dormirse cuando de repente sintió un cuchillo en el cuello, seguido de una voz ronca que le decía: "Sal de la cama, ven conmigo o mataré a toda tu familia". Ese fue el principio de un infierno basado en los abusos, el alcohol y la pornografía.
Su desaparición ha sido una de las más mediáticas de los últimos años, tanto que llegó a denominarse 'el secuestro del siglo'. Gracias a una extensa investigación policial, la joven fue liberada a los nueve meses y sus captores fueron condenados a cadena perpetua.
Hoy con 28 años, Elisabeth tras años de ayuda psicológica se ha convertido en una activista contra el abuso de menores.
Como parte de la campaña de la ONG 'Luchemos por la nueva droga', Smart ha decidido contar como la pornografía influyó en, como lo denomina ella, "los nueve meses más largos de mi vida".
La joven estuvo retenida en un camping en las afueras del estado de Utah (Estados Unidos), por Brian David Mitchell, un vagabundo y pedófilo a quién había contratado la familia Smart para que les hiciera arreglos en la casa, y la mujer de éste, Wanda Eileen.
Durante ese tiempo, Elisabeth fue violada repetidamente, la obligaron a consumir alcohol, fumar y sobre todo a ver pornografía para después repetir esas escenas pero en vivo y en brazos de su captor.