MADRID,
Mariana Ugarte dio a luz recientemente a una niña con trisomía 21 y escribió una preciosa carta a su ginecóloga en la que le incluía una foto como muestra de que "todo había salido bien" y para explicarle que su hija "con síndrome de Down es el bebé más bonito del mundo".
Según cuenta Mariana en la ecografía de las 20 semanas que le realizaron en otra clínica se le detectó al feto una ventriculomegalia, es decir, el aumento de uno de los ventrículos laterales del corazón que se asocia a la aparición de alteraciones neurológicas como el síndrome de Down.
"Llegué a su consulta muerta de miedo y al mismo tiempo esperanzada. Me habían hablado muy bien de usted, tanto profesional como personalmente, y he de decirle que salí de allí encantada por su trato, su sonrisa y su forma de trabajar", cuenta.
En esa revisión médica se confirmó la ventriculomegalia, pero recuerda que "respiramos aliviados cuando nos dijo que si bien había que hacer un control mensual, hablar de síndrome de Down parecía excesivo".
La doctora le recomendó realizarse una prueba de diagnóstico prenatal, conocida como amniocentesis, sin embargo Mariana y su esposo rechazaron la opción ya que "lo que se iba a buscar con esta no eran alteraciones o enfermedades que pudieran tener tratamiento intrauterino, y nosotros tendríamos el bebé de cualquier modo".
En España, el 90% de los bebés a los que se les diagnostica trisomía 21, también conocido como Síndrome de Down, mueren antes de nacer víctimas del aborto.