VATICANO,
"Dios les conceda ser promotores de un ecumenismo audaz y real", fue el pedido del Papa Francisco a los miembros de la Comisión Internacional Anglicano-Católica durante las vísperas celebradas en la iglesia de los santos Andrea y Gregorio al Celio en Roma (Italia), donde también participó el arzobispo de Canterbury y Primado de la Comunión Anglicana, Justin Welby.
Las vísperas se celebraron con ocasión del 50° aniversario del encuentro entre el Beato Pablo VI y el entonces arzobispo de Canterbury, Michael Ramsey; y la institución del Centro Anglicano de Roma.
En marzo de 1966 "la historia de las relaciones entre anglicanos y católicos cambiaba decididamente de dirección", señaló L'Osservatore Romano al recordar que la firma de la primera declaración común puso en marcha "un diálogo teológico intenso" que tres años después tuvo como fruto la creación de la Comisión Internacional Anglicano-Católica.
En su homilía, Francisco reflexionó sobre la lectura del profeta Ezequiel "que describe a Dios como Pastor que reúne a sus ovejas dispersas".
"Él está convencido de que podemos pasar de la neblina a la luz, de la dispersión a la unidad, de la carencia a la plenitud. Este camino de comunión es el recorrido de todos los cristianos y es su particular misión, en cuanto pastores de la Comisión Internacional Anglicana-Católica por la unidad y la misión", afirmó.
Así, al hablar de la división de los cristianos, el Pontífice señaló que "en los días de nubes y niebla, perdimos de vista al hermano que estaba junto a nosotros, nos volvimos incapaces de reconocernos y alegrarnos de nuestros respectivos dones y la gracia recibida. Esto sucedió porque se condensaron, en torno a nosotros, la neblina de la incomprensión y la sospecha y, sobre nosotros, las nubes oscuras de la disensión y de la controversia, formadas frecuentemente por razones históricas y culturales y no solo por motivos teológicos".