BAKÚ,
Lo primero que hizo el Papa Francisco al llegar a Azerbaiyán fue celebrar Misa en la iglesia de la Inmaculada, en el Centro Salesiano de la ciudad. Participó un grupo de fieles entre las que se encontraban algunas Misioneras de la Caridad, la congregación fundada por la recién proclamada santa Madre Teresa de Calcuta.
En su homilía, el Pontífice destacó el verdadero estilo de vida del cristiano: el servicio.
"El servicio es un estilo de vida, más aún, resume en sí todo el estilo de vida cristiana: servir a Dios en la adoración y la oración; estar abiertos y disponibles; amar concretamente al prójimo; trabajar con entusiasmo por el bien común inservible", dijo el Papa.
Francisco explicó que los cristianos no están llamados "a servir sólo para tener una recompensa, sino para imitar a Dios, que se hizo siervo por amor nuestro". "Y no estamos llamados a servir de vez en cuando, sino a vivir sirviendo", añadió.
Pero a su vez alertó de dos peligros que se pueden presentar: que el corazón se vuelva tibio y el hacer las cosas para ganar prestigio. "Un corazón tibio se encierra en una vida perezosa y sofoca el fuego del amor. El que es tibio vive para satisfacer sus comodidades, que nunca son suficientes, y de ese modo nunca está contento; poco a poco termina por conformarse con una vida mediocre".
"El tibio reserva a Dios y a los demás algunos «porcentajes» de su tiempo y de su corazón, sin exagerar nunca, sino más bien buscando siempre recortar. Así su vida pierde sabor: es como un té que era muy bueno, pero que al enfriarse ya no se puede beber. Estoy convencido de que vosotros, viendo los ejemplos de quienes os han precedido en la fe, no dejaréis que vuestro corazón se vuelva tibio. Toda la Iglesia, que tiene una especial simpatía por vosotros, os mira y os anima: sois un pequeño rebaño pero de gran valor a los ojos de Dios".