Entre los muchos lugares a donde Don Bosco llevó el carisma salesiano, está la ciudad italiana de Génova, llena de anécdotas e historias, como la de un milagro poco conocido que tuvo como protagonista no solo al santo sacerdote, sino también a María Auxiliadora.
El P. Verlezza, responsable de la Obra de Don Bosco en Sampierdarena (Génova), desde donde salieron las primeras expediciones misioneras hacia Argentina, relató en 2016 a ACI Stampa —agencia en italiano del Grupo ACI—, que Don Bosco celebró una Misa en 1872 en la que participaba una gran cantidad de benefactores.
Luego de la catequesis y el momento de oración, todos pasaron a la sacristía de la Catedral de San Siro para recibir la bendición del fundador de los salesianos, quien tenía por costumbre obsequiar a cada persona una medallita de María Auxiliadora, advocación que difundió a varios países del mundo.
“Las medallitas que tenía en una pequeña bolsa eran muy pocas y el milagro fue que todos pudieron recibirla, pese a que la bolsita que el secretario le dio a Don Bosco realmente tenía poquísimas”, afirmó el P. Verlezza.
Aquí, explicó también el sacerdote, “San Juan Bosco miraba sus sueños misioneros con un mapamundi que se conserva en el pequeño cuarto en el que reposaba durante su permanencia en Sampierdarena”.
“Uno solo es mi deseo: que sean felices en el tiempo y en la eternidad”, dejó escrito a sus jóvenes Don Bosco, a quien San Juan Pablo II declaró “padre y maestro de la juventud”.