REDACCION CENTRAL,
La dramática historia de los 33 mineros chilenos que quedaron atrapados en la mina San José el 5 de agosto de 2010 y que fueron rescatados vivos ante el asombro del mundo 70 días después, tiene un poco conocido trasfondo de fe, narrado por el entonces Obispo de Copiapó (Chile), Monseñor Gaspar Quintana.
Mons. Quintana, actualmente obispo emérito de la región donde se encontraba la mina San José, habló con ACI Prensa durante el 24º Congreso Mariológico y Mariano Internacional que se viene celebrando en Fátima hasta el domingo 11 de setiembre.
Como obispo de Copiapó, Mons. Quintana fue una de las primeras autoridades en enterarse del accidente que atrapó a los 33 mineros en la mina San José, ubicada a unos 30 kilómetros de la ciudad, en medio del desierto.
"Desde el primer instante el drama se convirtió en un misterio de fe católica y devoción mariana", dijo el Prelado, al narrar el clima que se vivió en el campo denominado "Esperanza", donde, en medio del desierto y a pocos metros de la entrada de la mina, se dieron cita los familiares de los mineros, rescatistas y periodistas del mundo entero.
Al día siguiente del accidente, Mons. Quintana trasladó a la venerada imagen del santuario de Nuestra Señora de la Candelaria de Copiapó –que en raras ocasiones ha sido desplazada de su santuario, uno de los más antiguos de Chile– al campo "Esperanza"; y pocos días después trasladó la imagen de San Lorenzo, patrono de los mineros.
"El primer equipo de rescatistas, que enviaban sondas bajo tierra con el fin de determinar dónde podían hallarse los mineros atrapados, eran hombre de fe", dijo el Obispo. Después de 15 días de taladrar y enviar sondas sin tener respuesta, los ingenieros "pidieron que nos juntáramos para una oración y bendición de los equipos".