Cada 17 de agosto la Iglesia Católica celebra a Santa Beatriz de Silva, religiosa portuguesa del siglo XV, fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción, conocidas como concepcionistas franciscanas. Beatriz se consagró a la oración contemplativa y a difundir la devoción a María Inmaculada.
Se cree que nació en 1426 en Ceuta, la famosa ciudad ubicada en el norte de África de cara al Mediterráneo. Ceuta se encontraba en ese tiempo bajo el dominio de la corona portuguesa.
La importancia de la formación en la fe
La madre de Beatriz, siguiendo una tradición familiar, encomendó la educación religiosa de sus once hijos a los franciscanos. Ellos inculcaron en los niños un amor especial a la Inmaculada Concepción, la Virgen María. Como fruto de esos años de formación, surgieron varias vocaciones a la vida religiosa dentro de la familia.
Ese fue el caso de Beatriz, aunque ella no fue la única: uno de sus hermanos, Juan o “Joao”, tomaría también el hábito de San Francisco de Asís, adoptando el nombre de Amadeo. Este -el quinto de los hermanos De Silva- impulsó una reforma dentro de la Orden en tierras italianas. Dicha reforma, llegado el momento, se convertiría en una de sus ramas más vivas, la de los llamados “amadeístas” -hoy extintos-.