NUEVA YORK,
El director de vocaciones de la diócesis de Rockville Centre en Nueva York (Estados Unidos), P. Joe Fitzgerald, fue un atleta que compitió en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, pero que hoy se dedica a guiar a aquellos que han sentido el llamado al sacerdocio.
En diálogo con el National Catholic Register, el P. Fitzgerald aseguró que participar en las olimpiadas le generó gran emoción, pero era imposible compararlo con el sacerdocio.
"Estoy muy feliz con la decisión que tomé. En mi partido final de balonmano marqué ocho goles y nunca miré atrás. Estoy totalmente en paz con haber dejado el deporte y buscar el sacerdocio. Hay algo en mi vocación que nunca podría haber logrado con el balonmano o en cualquier otro deporte", aseguró.
"La vida de un sacerdote, bien vivida, es muy satisfactoria porque el sacerdocio es, como decía San Juan María Vianney, el amor del corazón de Jesús", agregó.
Con respecto a la preparación que deben tener los atletas que participarán en las Olimpiadas Río 2016 explicó que a pesar de todo el trabajo realizado, "las prácticas, las pruebas y las medallas no definen quiénes son. Su más grande título, sin importar las medallas que puedan ganar, es ser un hijo de Dios. Sabiendo esto, deben competir, no para su propia gloria, sino para la gloria de Dios".
"Me hubiera gustado haber entendido esto mucho antes, pero tomé demasiado en serio el deporte y a mí mismo", agregó.