CRACOVIA,
El Papa Francisco presidió este sábado en el Santuario de San Juan Pablo II, en Cracovia (Polonia) la Misa con los sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas, a quienes pidió "ser escritores vivos del Evangelio" con obras de misericordia, pues Cristo no quiere discípulos duros, sino que habiendo experimentado el perdón de Dios, lo derramen con compasión sobre los hermanos.
El Pontífice hizo esta exhortación frente a los más de 100 obispos de diferentes países y 2.000 personas reunidas en el templo, entre sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas de toda Polonia. Además, la Eucaristía fue seguida fuera del santuario por otras 5.000 personas.
"¿Qué es lo que nos pide Jesús? Quiere corazones verdaderamente consagrados, que viven del perdón que han recibido de Él, para derramarlo con compasión sobre los hermanos. Jesús busca corazones abiertos y tiernos con los débiles, nunca duros; corazones dóciles y transparentes, que no disimulen ante los que tienen la misión en la Iglesia de orientar en el camino", afirmó.
Francisco reflexionó sobre el pasaje evangélico que narra la aparición de Jesús a los discípulos luego de su Resurrección. Los discípulos, recordó, estaban encerrados, pero Cristo "entra, se pone en medio y trae su paz, el Espíritu Santo y el perdón de los pecados: en una palabra, la misericordia de Dios"; y les dice que "como el Padre me ha enviado, así también os envío yo".
El Papa indicó que esto quiere decir que el Señor quiere una Iglesia en salida y que vaya al mundo "no como un poderoso, sino en forma de siervo" y que propague "el perdón y la paz de Dios". "¿Cómo no sentir aquí el eco de la gran exhortación de san Juan Pablo II: '¡Abrid las puertas!'?", expresó.
Francisco reconoció que está la tentación "de quedarse un poco encerrados, por miedo o por comodidad, en nosotros mismos y en nuestros ámbitos. Pero la dirección que Jesús indica es de sentido único: salir de nosotros mismos. Es un viaje sin billete de vuelta".