CRACOVIA,
Han transcurrido 10 años y todavía queda en la memoria de muchos el enérgico y sentido discurso que dio el Papa Benedicto XVI en el campo de concentración de Auschwitz (Polonia), el cual visita también el Papa Francisco en el marco de la JMJ Cracovia 2016.
Auschwitz fue el mayor centro de exterminio nazi en el que murieron 1.100.000 personas –el 90 por ciento judíos–, y entre los cuales estuvieron San Maximiliano Kolbe y Santa Edith Stein.
"En un lugar como éste, las palabras fallan; al final, sólo puede haber un silencio seco, un silencio que en sí mismo es un grito de corazón a Dios: ¿Por qué, Señor, permaneciste en silencio? ¿Cómo pudiste tolerar esto?", expresó Benedicto XVI el 28 de mayo de 2006.
El entonces Pontífice pidió "que nuestro silencio se convierta en una plegaria por el perdón y la reconciliación, una plegaria al Dios viviente para que no permita que esto ocurra de nuevo".
El Santo Padre dijo que le era muy difícil tomar la palabra, como cristiano y como Papa alemán, en aquel "lugar de horror donde se cometieron crímenes masivos sin precedentes contra Dios y el hombre".
También enfatizó que no podía dejar de ir a ese lugar: "para mí es un deber ante la verdad y una deuda justa hacia todos los que sufrieron aquí, un deber ante Dios, venir aquí como el sucesor del Papa Juan Pablo II y un hijo del pueblo alemán, un hijo del pueblo del cual un grupo criminal llegó al poder con falsas promesas (…) con el resultado de que nuestro pueblo fue usado y abusado como un instrumento de su sed de destrucción y poder".