CRACOVIA,
Ante cientos de miles de jóvenes, el Cardenal Stanislaw Dziwisz, Arzobispo de Cracovia, presidió la Misa inaugural de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2016 que se realiza en esta ciudad polaca, en la que invitó a los peregrinos a llevar la Buena Nueva al mundo entero.
A continuación el texto completo de la homilía:
¡Queridos amigos!
1. Al escuchar el diálogo entre Jesús resucitado y Simón Pedro en el banco del Mar de Galilea, las tres preguntas que allí se formulan sobre el amor y las respuestas a ellas, recordamos la historia de vida del pescador de Galilea que precede la escena descripta y el descubrimiento que se produce en esa conversación. Sabemos que un día él dejó todo: su familia, su barco, sus redes... y siguió al Maestro de Nazaret, un Maestro con un estilo bastante diferente. Se volvió Su discípulo. Aprendió Su forma de ver las cosas de Dios y de la gente, a través Su pasión y Su muerte, atravesó un momento de infidelidad y de debilidad personal Más tarde, tuvo la oportunidad de vivir un momento de estupor y alegría al saber a Jesús Resucitado y al presenciar Su aparición a los discípulos más cercanos antes de ascender al Cielo.
También sabemos cómo continuó la conversación, o en realidad debería decir la prueba de amor de la que nos habla el Evangelio de hoy; Simón Pedro, fortalecido por el Espíritu Santo, se convirtió en un valiente testigo de Jesucristo. Se convirtió en la sólida roca sobre la que se fundó la Iglesia que estaba naciendo. En Roma, en la capital del Imperio Romano, Pedro pagó un alto precio por eso: fue crucificado como su Maestro. La sangre de Pedro, derramada en nombre de Jesús, fue el comienzo de la fe y del crecimiento de la Iglesia, que más tarde se extendió por todo el mundo.
Hoy Cristo nos habla a nosotros, en Cracovia, en los bancos del río Vístula, que recorre toda Polonia, desde las montañas hasta el mar. La experiencia de Pedro puede llegar a ser la nuestra e inspirarnos a reflexionar.