Cada 13 de julio se celebra a San Enrique II, al que llamaban “el Santo”, rey germano (1002-1024) que se convirtió en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Es, de hecho, el único santo de la Iglesia Católica que ha ostentado el título de "Emperador".
Enrique estuvo a la cabeza del Sacro Imperio por más de una década, entre los años 1014 y 1024.
San Enrique II fue oblato de la Orden de San Benito y se le considera patrono de todos los oblatos pertenecientes a la Orden benedictina; también lo es de los esposos que no tienen hijos.
Siervo de Dios, servidor de todos
Su nombre secular fue Heinrich Sacsen (Henricus Saxon), nieto del emperador Carlomagno y el último monarca perteneciente al linaje del emperador Otón I (dinastía sajona).
La historia de la Iglesia lo recuerda como el más grande apóstol de la paz de los primeros 20 años del siglo XI y como uno de los más destacados promotores de la civilización occidental. Fue colaborador del papado y protector de los monjes del monasterio de Cluny.