MADRID,
"Soy católico, he comprendido que, sin Dios, el hombre no es nada. Y, además, no existe un ser humano que no crea en algo. A mi edad, miro la muerte con curiosidad. ¿Qué hay del otro lado? ¡Nadie ha regresado para contárnoslo!".
Esta fue una de las últimas declaraciones de Carlo Pedersoli, más conocido como Bud Spencer, antes de fallecer este lunes a los 86 años de edad. Un hombre sin complejos, capaz de conjugar su gran tamaño y sus porrazos con una imagen de bonachón y tierno.
"Cuando el Padre Eterno me llame, quiero ver qué pasa. Porque si no sucede nada, me voy a enfadar. ¿Me has hecho levantarme todas las mañanas durante 86 años para no ir al final a ninguna parte? Ante tantas cosas enormes que no comprendemos, sólo me puedo aferrar a Él. Cuando me llame, todo se aclarará. Porque hoy ya no se entiende nada".
Enfadado o no, el actor no tendrá que esperar más para aclarar sus dudas, aunque para miles de personas la noticia de su muerte fue más agridulce. Fue su hijo Giuseppe quien anunció la noticia: "Papá se ha ido serenamente. No ha sufrido, nos tenía a todos a su lado y su última palabra ha sido 'Gracias'".
Y se fue como vivió, en familia, con su esposa Maria Amato, con la que estuvo casado 56 años, y sus tres hijos. Un hombre que no temía decir lo que pensaba y que como católico tenía clara sus prioridades y convicciones: "La fe para mí es un dogma, un valor absoluto".
Sus dudas sobre este mundo no incluían al aborto y el divorcio: "Como católico, estoy convencido de que el aborto y el divorcio han destruido a la familia", reconoció en una entrevista.