VATICANO,
"¡Señor, si quieres puedes purificarme!". Así comenzó el Papa Francisco una nueva catequesis sobre la misericordia en la Audiencia General del miércoles.
En la Plaza de San Pedro, Francisco explicó que ésta es la petición de ayuda que un leproso dirige a Jesús. "Este hombre no pide ser sanado solamente, sino ser 'purificado', es decir, resanado integralmente, en el cuerpo, en el corazón".
"Jesús nos enseña a no tener miedo de tocar al pobre y al excluido, porque Él está en ellos", explicó. De hecho, "tocar al pobre puede purificarnos de la hipocresía y hacernos inquietos por su condición".
El Papa recordó como la lepra era la peor enfermedad que uno podía tener en aquella época y aquel que la sufría no podía acercarse a nadie ni entrar en el templo. "Lejos de Dios y lejos de los hombres; era triste la vida de estas personas", comentó.
Pero el leproso no se resigna y entra en la ciudad para encontrarse con Jesús a pesar de tenerlo prohibido. "Todo lo que este hombre considerado impuro hace y dice es expresión de su fe. Reconoce la potencia de Jesús, está seguro de que tiene el poder de sanarlo y de que todo depende de su voluntad".